Atronadores decibelios, chirriantes alaridos, infernales riffs, coplas infractoras de varias leyes...en definitiva, buena música.

lunes, 16 de julio de 2012

THE LORD OF THE KEYS



Todavía me cuesta digerir la noticia que me sorprendió, y aún lo hace, pocas horas atrás: Jon Lord, fundador y teclista de Deep Purple y Whitesnake, uno de los músicos más geniales, míticos e influyentes jamás visto en la historia de la música deja este mundo por culpa de un cáncer de páncreas a los 71 años. Para quien esto escribe, es una de las noticias más tristes que jamás he podido leer.

Poco se puede decir que haga justicia al genio y la trayectoria de una de las personalidades más grandes del rock, alguien que pese a estar en el epicentro del cotarro nunca mostró una predilección por sentirse integrado en el rock'n'roll system, Lord prefería seguir componiendo, tanto que lo consideraba su terapia contra el puñetero cáncer y así lo encontró la muerte, preparando un grandísimo espectáculo para septiembre en el que interpretaría su concierto para grupo y orquesta acompañado con músicos de la talla de Bruce Dickinson y Joe Bonamassa, entre otros. Por lo tanto, no hablamos solo de un virtuoso sin igual sino de un trabajador incansable quizás sabedor que encontraría su hora final como un guerrero, en la arena. O mejor aún, como un artista y mago, preparando el gran truco final.

Descubrí a Deep Purple con una versión en directo de Smoke On The Water incluida en un recopilatorio barato y recuerdo que no solo me llamó la atención el famoso riff y el buen hacer guitarrístico de Blackmore, sino el duelo final que se marcaban el de negro y Lord, ¿quién iba a pensar que en el rock podía haber teclistas así? ¿Cómo podía ser que existiera un rockero tan duro y auténtico que no fuera ni cantante ni guitarrista ni tan siquiera batería? Pues eso era Jon Lord. Más tarde caería en mis manos un recopilatorio no oficial que incluía una selección de temas de la Mark I y II que me convertiría en fan irredento. Deep Purple se convertirían para mi en uno de los mayores descubrimientos musicales que pude conocer a tan temprana edad, con todas mis neuronas proclamando eureka; sin duda, los Purple eran un grupo de virtuosos pero ningún otro grupo tenía a alguien como Jon Lord, que lo mismo tocaba el piano eléctrico que un Hammond y lo mismo interpretaba demenciales solos aplastando las teclas sin piedad que angelicales sinfonías, dios y demonio al mismo tiempo, lo mismo tocando rock y boogie que atreviéndose hasta con boleros e incluso pasodobles. Por su culpa, tras introducir un pasaje de Rhapsody In Blue en un larguísimo solo en medio de Lazy, me aficioné enfermizamente a la composición de George Gershwin y en un arrebato de fanatismo arrogante, encontrándome yo preparando con unos amigos una versión de Highway Star, me empeciné en que incluiríamos tanto el solo de guitarra de Ritchie como el de Lord y que se iba a encargar un servidor de ambos. Incluso estuve cerca de visitar la universidad donde estudió, en su Leicester natal, donde le nombrarían doctor.

Hoy nos ha dejado uno de mis/nuestros héroes del rock, dejando un vacío que seguiremos intentando llenar con una magnífica colección de discos de Deep Purple, Whitesnake y demás proyectos y colaboraciones. No volveremos a ver al maestro de teclistas, con ese aspecto tan elegante como de padrino del rock, deslizándose por sus teclados como si fueran una extensión de él mismo. Una lástima. Una jodida lástima.

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