Atronadores decibelios, chirriantes alaridos, infernales riffs, coplas infractoras de varias leyes...en definitiva, buena música.

jueves, 20 de octubre de 2011

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (XIX): LYNYRD SKYNYRD - (Pronounced 'Lĕh-'nérd 'Skin-'nérd) (1973)




Otro triste aniversario el del día de hoy, cuando en 1977 ocurriría el fatal accidente que acabaría con las vidas de Ronnie Van Zant, Steve y Cassie Gaines y que marcaría de por vida a los supervivientes de esa gran banda con nombre de profesor de gimnasia y compleja pronunciación.

Tan fonético y aclaratorio nombre sirvió como título de uno de los discos más grandes de la historia en general y del rock sureño en particular, a mi juicio y al de mis orejas. Tampoco es una afirmación baladí: una de las propuestas de rock sureño más sólidas y auténticas del género, con tres grandes guitarras que suenan a tres guitarras (no como otros que hoy en día meten guitarras que parece que están solo para figurar, como si fuera una tuna rockera) y una buena producción a cargo de Al Kooper (Blood, Sweat & Tears).

Ahora bien, pese a la gran y excelente presencia guitarrera del disco, no se resume a riffs y a solos. Es un disco de temas y bien grandes, donde los Lynyrd Skynyrd sientan cátedra y desarrollan un estilo totalmente propio e intransferible.

En la más auténtica tradición sureña, sus temas son canciones con historias, bien sean melancólicas y de temática más inocente como Simple Man (todo un señor temazo con su combinación de frases de arpegios, estribillo contundente y solos desgarrados) y Tuesday's Gone (otra que tal baila...), bien macarras como la cachonda Gimme Three Steps (de como huir de una pelea de bar cuando hay alcohol, pistolas y mujeres por medio), la más reivindicativa Things Goin' On y la borrachuza y una de mis favoritas Poison Whiskey.

Claro que, como se pueden imaginar, en este disco hay un tema-catedral que, sin desmerecer tan cojonudo puñado de temas, se alza por encima quizás haciendo algo de sombra...sí, hablamos de Free Bird.

Hablar de Free Bird y calificarlo como hito del rock no es abusar del término y es mucho más que un cliché. Este homenaje al desaparecido Duane Allman es una apoteosis de celestiales estrofas al compás de mellotron y acústica que da paso a la avalancha de rock sureño más brutal que jamás haya arroyado a alguien: Allen Collins y Gary Rossington arrasan con todo con una de las combinaciones de solos más magníficas de la historia para firmar así una obra maestra de poco más de nueve minutos donde no sobra ni falta un solo segundo.

En resumen: toda una parrafada para realmente contar muy poco. Es un disco para escuchar con todos los sentidos y muchas, muchas tripas.

Keep on rockin'!

(LINK)

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