Atronadores decibelios, chirriantes alaridos, infernales riffs, coplas infractoras de varias leyes...en definitiva, buena música.

lunes, 7 de mayo de 2012

DISCOS QUE TENGO TIRADOS POR AHÍ (LII): THE BAND - MUSIC FROM BIG PINK (1968)



Hace poco nos dejaba Levon Helm, nombre algo desconocido pero para nada irrelevante dentro de la misma historia de la música norteamericana, pues era parte de un gran todo llamado The Band, ese grupo que saltó a la palestra bajo el cobijo de Bob Dylan y que finalmente dejaron el nido con su propio nombre, al que ellos mismos definían como humilde y presuntuoso al mismo tiempo, para debutar con este gran trabajo que contiene ni más ni menos que lo que predica en su título, las canciones que tocaban en su lugar de reunión, una casa campestre de color rosa, es decir, Music From Big Pink.

The Band propuso en este primer disco una vuelta a las raíces musicales, al igual que otros grupos (The Byrds, por ejemplo) que fueron alejándose de las tendencias más vanguardistas a favor de seguir escarbando en el corazón de la América más profunda, alejándose del panorama actual del momento e incluso quizás del propio Dylan. Ellos prefirieron hacer un disco, por lo tanto, más folkie y bastante intimista, con predilección por las preocupaciones sociales a pequeña escala en sus letras y una sobriedad instrumental en detrimento de unas armonías vocales muy bien trabajadas, pues canta toda The Band al completo y de qué manera. La materia prima, por lo tanto, la tenemos.

Poco más que órgano y voz marcan el comienzo de este álbum con Tears of Rage, un alegato anti-Vietnam expresado en términos shakespearianos y con ritmo pausado. A continuación, tenemos un grandísimo tema de country rock llamado To Kingdom Come, con unas voces muy bien conjuntadas y gran trabajo guitarrero. Además tiene un groove muy divertido, seguro que no se lo pasarían mal en el porche de aquella Big Pink.

El punto más flojo de este disco es en mi opinión el siguiente corte, In The Station. Como tema en la onda del grupo no está nada mal sin ser tampoco la joya de la corona, pero esa intro de teclado que me resulta tan ridícula me pone de los nervios. Quizás son cosas mías, lo siento. Caledonia Mission, no obstante, ya es harina de otro costal y me gusta cómo se pone el disco a partir de aquí. Es un tema más rockero sin perder de vista las geniales melodías marca de la casa, pero todo esto quizás queda eclipsado ante una de esas canciones inmortales, una auténtica obra maestra y piedra angular en el repertorio de The Band como es la magistral y soberbia The Weight. No solo contiene lo mejor del grupo sino que su progresión de acordes tan americana, un estribillo que levanta el espíritu de cualquiera y esas maravillosas armonías vocales lo convierten por derecho en todo un himno. ¡Cuan acertados estuvieron Hopper y Fonda incluyéndolas en esa grandeza del séptimo arte de la época llamada Easy Rider!

Piano y Hammond marcan otro groove de lo más simpático en We Can Talk, otro gran tema con algo de reminiscencias de aquel gospel sesentero y juvenil. Como decía, me gusta la onda en la que entramos en esta segunda mitad del disco. Long Black Veil es un retorno al country sin perder el ojo en el presente en el que viven, al igual que ocurre con Chest Fever, con un sonido más psicodélico a base de Hammond otra vez (que me recuerda bastante a la beatleiana Only a Northern Song) y guitarras con wah-wah, otro de mis temas preferidos del álbum.

Con la bellísima y lenta Lonesome Suzie, damos paso a la parte más dylaniana del disco, pues Dylan en persona colabora en la autoría de los dos últimos temas. This Wheel's on Fire es algo más experimental y no suena mal pero prefiero la siguiente I Shall Be Released, que pese al abuso de falsete se me antoja un buen tema y bastante digno del propio Dylan.

Music From Big Pink es un disco de muy buen rollo y no lo digo tan frívolamente, es un disco que se aprecia y disfruta, música gratia música, sin más. Además, demuestra que Dylan sabía elegir bien, pues el trabajo tanto compositivo como interpretativo de Rick Danko al bajo, Levon Helm con toda clase de percusión, el quizás más conocido por sus trabajos igualmente interesantes Robbie Robertson a las guitarras, que suenan perfectas, y los teclados de Richard Manuel y Garth Hudson, omnipresentes, hacen que The Band no sea una banda de segunda ni, mucho menos, que este disco sea prescindible. Así pues, empezamos esta semana con un poco de esa América sesentera quizás más romántica y menos desorientada con The Band, sin olvidarnos del gran Levon Helm, que en paz descanse en su particular Big Pink.

Keep on rockin'!

THE BAND - MUSIC FROM BIG PINK








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